miércoles, 5 de junio de 2013

El espacio y las necesidades de los niños.



Muchos han sido los cambios que han sucedido a lo largo del tiempo en lo que se refiere a los espacios dedicados a la educación infantil. Dichos cambios son significativos pues, se ha demostrado que, según la distribución que presente un espacio en concreto, afecta a la vida diaria que en él se desarrolla, es decir, condiciona nuestras actitudes y comportamientos.


En otro tiempo, con la llamada escuela tradicional, los espacios de un centro educativo eran muy rígidos, el mobiliario siempre estaba dispuesto de la misma manera: mesas en línea, mesas en grupos de cuatro, no había espacios en los que se pudiera jugar, no se le daba importancia ni a los materiales de construcción de todo lo que rodeaba a los pequeños, ni a las medidas de seguridad para los mismos… La educación se basaba en un proceso de enseñanza – aprendizaje, es decir, predominaba la figura del educando sobre la del educado, que permanecía como pasivo. Todo estaba absolutamente programado y no se daba ninguna importancia a las necesidades del alumnado, ni a sus experiencias, ni al entorno.



Poco a poco, todas estas ideas fueron evolucionando con propuestas de principios pedagógicos muy diferentes. A finales del siglo XIX nació un movimiento pedagógico llamado Escuela Nueva. Supuso un cambio pues, tenían una consideración diferente sobre cómo debían aprender los alumnos. Aparecieron figuras clave como Jean Jacques Rousseau,  Heinrich W. Pestalozzi, Fröbel, María Montessori, Decroly entre otros, quienes planteaban una nueva alternativa de enseñanza: “…los pequeños aprenden por observación, por contacto con la naturaleza, por  experimentación y por imitación de las personas adultas…”. 


Con todas estas nuevas ideas pedagógicas y estos principios de la Escuela Nueva, los espacios infantiles pasaron a ser espacios abiertos al exterior, que facilitaran la inserción de los pequeños a la sociedad que les rodea. Así pues, todos los espacios dedicados a la infancia se modificaron y se pensaron para que los pequeños estuvieran en las condiciones más óptimas. Para ello era fundamental saber cuáles son las necesidades que presentan los niños pues, con la pedagogía de la Escuela Nueva,  los niños pasaron a ser sujeto activo del aprendizaje y todo giraba en torno a sus necesidades y a un objetivo: priorizar su máximo desarrollo.


Así pues, hoy en día nos encontramos con la necesidad de adaptar los espacios destinados a la infancia para poder estimular y desarrollar las capacidades de los niños que estarán en ese espacio. Podríamos decir que, esta necesidad de adaptar espacios y realizar cambios en los centros educativos, por una parte viene demandada por la sociedad, pues debemos tener presente que no todos los niños presentan las mismas características ni las mismas necesidades y, todo ello visto desde la perspectiva arquitectónica, distributiva y material puede influir en el desarrollo de dichos sujetos: actualmente no debería suceder pero, hay casos en los que no tiene las mismas facilidades y accesos un niño que demande de una silla de ruedas que un niño que, a nivel motor esté sano. Es por ello que es necesario estructurar el espacio y organizarlo adecuadamente, siendo espacios polivalentes y flexibles en su uso.


No debemos olvidar que, con el espacio físico que forma el centro y que con todo lo que hay en él, estamos educando pues, todo ello constituye un elemento muy valioso para el aprendizaje y es por eso que, la formación de un espacio se ha de planificar y se ha de pensar con precisión. La creatividad puede ayudar a sacar provecho de muchos espacios que hay en el centro. Además, nunca debemos pasar por alto que, los niños no tienen la misma percepción del espacio que una persona adulta. Su capacidad de visión y de movimiento es diferente y resulta necesario posicionarse desde este punto de vista para intentar sacar el máximo provecho a cada estancia del centro.


Cuando pensamos en el espacio de un centro infantil y en sus estancias, lo primero que tenemos que tener en cuenta es la respuesta que tenemos que ofrecer  ante la demanda de los niños que allí acuden (espacios para jugar, descansar, realizar actividades plásticas, actividades de psicomotricidad, actividades de grupo e individuales, zonas de higiene, alimentación), así como a sus necesidades (físicas, afectivas, sociales, intelectuales, motoras y emocionales).

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