martes, 13 de octubre de 2015

La psicomotricidad de 0-1 años y el espacio


El recién nacido aprende en el transcurso de su desarrollo motor no solamente a girarse boca abajo, dar vueltas, arrastrarse, sentarse, estar de pie o caminar, si no también aprende a aprender (aprender a aprender).

A estas edades los adultos no deben intervenir apenas. Si esto sucede, el niño será al final dependiente totalmente del adulto ya que estamos anticipado lo que sería su desarrollo. Tenemos que facilitar que lo haga solo, que sea el niño el que decida cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Nosotros como adultos facilitaremos materiales, acondicionaremos el espacio…



El niño mientras está despierto necesita libertad de movimiento y actividades. Cuando hablamos de libertad de movimientos nos referimos a que el niño debe poder moverse de forma libre, evitando aquellos objetos o acciones que lo limiten tales como: las hamacas, cojines, evitar que suba escaleras gateando, que se ponga de pie, etc.


Un niño es capaz de sentarse solo si que se le haya puesto nunca en esa posición; es capaz de ponerse de pie solo si que nuca se le haya puesto de pie; es capaz de caminar solo sin que nunca se le haya enseñando.

Los momentos de libertad de movimiento pueden compaginarse con los momentos de proximidad, contacto, apego a través de portabebés (mochilas, fulares, bandoleras…) ergonómicos, donde se les permite ver el mundo de otra perspectiva. El niño en muchos momentos necesita cariño, así que puedes ponerlo en una mochila portabebés.

El bebé, de 3 a 4 meses, mientras está acostado boca arriba pasa mucho tiempo descubriendo sus manos, sus pies, pequeños movimientos, etc. Un bebé colocado boca arriba dispone libremente de toda su energía. Su cuerpo está relajado, la columna vertebral bien derecha y su cabeza puede girar sin esfuerzo de derecha a izquierda.

Cuando los adultos no incitan a hacer cosas a los bebés, éstos se ven impulsados por una fuerza interior, un deseo de experimentación de su cuerpo y de los objetos que le rodean. Se observa su progresión permanente y el pasaje por una sucesión de etapas comunes a todos.

Las investigaciones de la Doctora Pikler en el Instituto Lòczy de Budapest llaman la atención por el gran respeto que demuestran en las posibilidades de todas las criaturas.

Dicha pediatra demuestra en su obra, apoyada en las observaciones directas y longitudinales de casi 2.000 niños y niñas, que el desarrollo motor se produce de modo espontáneo, mediante su actividad autónoma, en función de la maduración orgánica y nerviosa, si cuenta con un entorno adecuado y seguro.

Cada niño tiene su propio ritmo, las etapas se van sucediendo con un orden, pero cada uno a su propio ritmo.

El ritmo de la adquisición de forma natural es el mismo que de los niños “estimulados por los adultos”, aunque  puede variar la calidad (seguridad, armonía y riqueza al realizarlas).

- ¿Cuál es el desarrollo del movimiento del niño?

- ¿Qué intervención tenemos que hacer?

A veces puede surgir un cierto grado de prisa, responsabilidad por lo que está ocurriendo o no. En ocasiones, ¿se está acelerando el proceso? Creemos que debemos enseñarles simplemente porque es lo que casi siempre hemos visto en esta  sociedad, pero podemos influir negativamente en su desarrollo:

- Acrecentamos su dependencia hacia   nosotros.
- Disminuyendo la confianza en sí mismos.
- Creándoles necesidades, insatisfacciones e incluso, displacer.
- Bloqueando y limitando sus capacidades.
- Privándoles del placer de ir descubriendo la vida por sí mismos.

¿Qué aporta la libertad de movimiento?

- La armonía de los gestos: gestos tranquilos, seguros, precisos…
- Un esquema corporal muy preciso (no se golpean, esquivan, noción de espacio más exacta…)
- El niño mide sus posibilidades (rara vez se coloca en una posición peligrosa que no domina, procedentes…)
- Escasas vivencias de fracaso a nivel motor (su objetivo es explorar y a medida que exploran mejoran sus posibilidades de desarrollo).
- La capacidad de estar solo (acompañado pero sin dependencia).

Es en el primer año del bebé cuando mayor es este desarrollo. Es en este momento de la vida donde más cambios suceden y cuando más rápidamente ocurren en nuestro cuerpo a nivel de movimiento.

Supone estar a su lado, acompañando, creyendo y confiando en sus iniciativas y valorando más lo que sabe hacer que lo que pensamos que no sabe hacer solo.

Reglas de oro:

- No colocar al bebé en una posición que él no domina (no colocamos mil cojines alrededor cuando no sabe estar sentado, no le pongamos de pie cuando no saben ponerse de pie solos…)

- Evitar todo aquello que pueda trabar su límite de movimiento (sillitas, hamacas, tacatá, asientos en la bañera). Usar ropa cómoda, dejarlo descalzo…

- Ayudarlo muy poco en los intentos (autorizar las iniciativas “peligrosas”, el respeto por el ritmo del bebé en sus descubrimientos, la aceptación de la autonomía del bebé, etc.)

- No enseñarle casi nada a la manera de adiestramiento antes de que tenga 2 o 3 años (el aprendizaje espontáneo, una mirada estimulante – no intervenir, pero estar presente -)

- No sugerir objetos poco realistas.

Para que se de una libertad de movimiento segura es necesario un entorno seguro. Las superficies en las que el niño esté colocado deben ser superficies lisas. Puede ser el mismo suelo de la casa (de parquet, baldosa…). Podemos cubrir el trozo en el que el niño está tumbado con una mantita, una esterilla, suelo de caucho... Es recomendable evitar suelos de cemento o de piedra pues son más duros y dolorosos.



Los agarraderos de pared o muebles estables pueden ayudar al niño a ponerse de pie sin necesidad de ayuda del adulto. En uno de los apartados de este blog podemos ver materiales y mobiliario seguro para el niño.. Si estos tienen aristas peligrosas pueden colocarse protectores, así como en las puertas donde el niño pueda apoyarse. 


Fuente de información: Magisterio de Educación Infantil - La Educación Física en Educación Infantil.

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